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miércoles, 29 de febrero de 2012

Recuerdos de Hermandad en la vitrina de la sala de las promesas


           Desde el mes de Septiembre , en la vitrina acristalada que se encuentra en la conocida  ”Sala de las Promesas” (sala anterior o de acceso al camarín de la Virgen)  ya se pueden encontrar con su leyenda  los exvotos y  recuerdos de actos o eventos varios  relacionados con la Hermandad  y que con el tiempo se han ido depositando como ofrenda a Nuestra Madre la Virgen en su advocación de Roca-Amador.

      Así mismo, si en algún momento detectasen cualquier error u omisión en los textos que acompañan a la gran mayoría de lo  expuesto, rogaríamos lo comunicasen  para con ello, subsanar tal incorrección.

           Les dejamos varias imágenes de la citada vitrina.





martes, 21 de febrero de 2012

“La Cuaresma comienza el 22 de Febrero, 
Miércoles de Ceniza

         En la mañana del 7 de Febrero, se hizo público el Mensaje de Benedicto XVI para la Cuaresma 2012, titulado “Fijémonos los unos en los otros para estímulo de la caridad y las buenas obras”.

        “El Mensaje de Cuaresma contribuye a mantener vivo en los fieles el sentido de la atención al bien del otro, de la comunión, de la premura, de la compasión y de la división fraterna del sufrimiento de los indigentes. Gracias a esta generosidad, que se manifiesta de muchísimas maneras, la Iglesia católica ha logrado en el transcurso de los siglos favorecer el crecimiento de la humanidad con una red de obras de caridad”, ha asegurado el cardenal Sarah.

         El cardenal sigue, citando el Mensaje del Papa: “Prestar atención al hermano incluye también la premura por su bien espiritual. Y deseo reclamar un aspecto de la vida cristiana que me parece que ha caído en el olvido: la corrección fraterna en vista a la salvación eterna”.

        Luego, el cardenal  explicó con sus  palabras: “La caridad nos enseña, pues, que no tenemos hacia el otro solo una responsabilidad por su bien material, sino también por su bien moral y espiritual”.

         Estas son las frases que podrían  resumir  el Mensaje de este año2012:
  • “Si cultivamos esta mirada de fraternidad, la solidaridad, la justicia, así como la misericordia y la compasión, brotarán naturalmente de nuestro corazón”.
  • “Hoy somos generalmente muy sensibles al aspecto del cuidado y la caridad en relación al bien físico y material de los demás, pero callamos casi por completo respecto a la responsabilidad espiritual para con los hermanos”.
  • “La tradición de la Iglesia enumera entre las obras de misericordia espiritual la de ‘corregir al que se equivoca’. Es importante recuperar esta dimensión de la caridad cristiana. Frente al mal no hay que callar”.
  • “Lo que anima la reprensión cristiana nunca es un espíritu de condena o recriminación; lo que la mueve es siempre el amor y la misericordia, y brota de la verdadera solicitud por el bien del hermano”.
  • “Nuestra existencia está relacionada con la de los demás, tanto en el bien como en el mal; tanto el pecado como las obras de caridad tienen también una dimensión social”.
  • “La atención recíproca tiene como finalidad animarse mutuamente a un amor efectivo cada vez mayor (…) El tiempo que se nos ha dado en nuestra vida es precioso para descubrir y realizar buenas obras en el amor de Dios”.
  • “Ante un mundo que exige de los cristianos un testimonio renovado de amor y fidelidad al Señor, todos han de sentir la urgencia de ponerse a competir en la caridad, en el servicio y en las buenas obras”.


  Fuente: http://www.vidanueva.es/2012/02/07/mensaje-para-la-cuaresma-2012-estimular-la-caridad-y-las-buenas-obras/



        A continuación, les dejamos el mensaje íntegro del Santo Padre Benedicto XVI para la Cuaresma 2012:




MENSAJE DEL SANTO PADRE
BENEDICTO XVI
PARA LA CUARESMA 2012
«Fijémonos los unos en los otros
para estímulo de la caridad y las buenas obras» (Hb 10, 24)





Queridos hermanos y hermanas

La Cuaresma nos ofrece una vez más la oportunidad de reflexionar sobre el corazón de la vida cristiana: la caridad. En efecto, este es un tiempo propicio para que, con la ayuda de la Palabra de Dios y de los Sacramentos, renovemos nuestro camino de fe, tanto personal como comunitario. Se trata de un itinerario marcado por la oración y el compartir, por el silencio y el ayuno, en espera de vivir la alegría pascual.

Este año deseo proponer algunas reflexiones a la luz de un breve texto bíblico tomado de la Carta a los Hebreos: «Fijémonos los unos en los otros para estímulo de la caridad y las buenas obras» (10,24). Esta frase forma parte de una perícopa en la que el escritor sagrado exhorta a confiar en Jesucristo como sumo sacerdote, que nos obtuvo el perdón y el acceso a Dios. El fruto de acoger a Cristo es una vida que se despliega según las tres virtudes teologales: se trata de acercarse al Señor «con corazón sincero y llenos de fe» (v. 22), de mantenernos firmes «en la esperanza que profesamos» (v. 23), con una atención constante para realizar junto con los hermanos «la caridad y las buenas obras» (v. 24). Asimismo, se afirma que para sostener esta conducta evangélica es importante participar en los encuentros litúrgicos y de oración de la comunidad, mirando a la meta escatológica: la comunión plena en Dios (v. 25). Me detengo en el versículo 24, que, en pocas palabras, ofrece una enseñanza preciosa y siempre actual sobre tres aspectos de la vida cristiana: la atención al otro, la reciprocidad y la santidad personal.

1. “Fijémonos”: la responsabilidad para con el hermano.

El primer elemento es la invitación a «fijarse»: el verbo griego usado es katanoein, que significa observar bien, estar atentos, mirar conscientemente, darse cuenta de una realidad. Lo encontramos en el Evangelio, cuando Jesús invita a los discípulos a «fijarse» en los pájaros del cielo, que no se afanan y son objeto de la solícita y atenta providencia divina (cf. Lc 12,24), y a «reparar» en la viga que hay en nuestro propio ojo antes de mirar la brizna en el ojo del hermano (cf. Lc 6,41). Lo encontramos también en otro pasaje de la misma Carta a los Hebreos, como invitación a «fijarse en Jesús» (cf. 3,1), el Apóstol y Sumo Sacerdote de nuestra fe. Por tanto, el verbo que abre nuestra exhortación invita a fijar la mirada en el otro, ante todo en Jesús, y a estar atentos los unos a los otros, a no mostrarse extraños, indiferentes a la suerte de los hermanos. Sin embargo, con frecuencia prevalece la actitud contraria: la indiferencia o el desinterés, que nacen del egoísmo, encubierto bajo la apariencia del respeto por la «esfera privada». También hoy resuena con fuerza la voz del Señor que nos llama a cada uno de nosotros a hacernos cargo del otro. Hoy Dios nos sigue pidiendo que seamos «guardianes» de nuestros hermanos (cf. Gn 4,9), que entablemos relaciones caracterizadas por el cuidado reciproco, por la atención al bien del otro y a todo su bien. El gran mandamiento del amor al prójimo exige y urge a tomar conciencia de que tenemos una responsabilidad respecto a quien, como yo, es criatura e hijo de Dios: el hecho de ser hermanos en humanidad y, en muchos casos, también en la fe, debe llevarnos a ver en el otro a un verdadero alter ego, a quien el Señor ama infinitamente. Si cultivamos esta mirada de fraternidad, la solidaridad, la justicia, así como la misericordia y la compasión, brotarán naturalmente de nuestro corazón. El Siervo de Dios Pablo VI afirmaba que el mundo actual sufre especialmente de una falta de fraternidad: «El mundo está enfermo. Su mal está menos en la dilapidación de los recursos y en el acaparamiento por parte de algunos que en la falta de fraternidad entre los hombres y entre los pueblos» (Carta. enc. Populorum progressio [26 de marzo de 1967], n. 66).

La atención al otro conlleva desear el bien para él o para ella en todos los aspectos: físico, moral y espiritual. La cultura contemporánea parece haber perdido el sentido del bien y del mal, por lo que es necesario reafirmar con fuerza que el bien existe y vence, porque Dios es «bueno y hace el bien» (Sal 119,68). El bien es lo que suscita, protege y promueve la vida, la fraternidad y la comunión. La responsabilidad para con el prójimo significa, por tanto, querer y hacer el bien del otro, deseando que también él se abra a la lógica del bien; interesarse por el hermano significa abrir los ojos a sus necesidades. La Sagrada Escritura nos pone en guardia ante el peligro de tener el corazón endurecido por una especie de «anestesia espiritual» que nos deja ciegos ante los sufrimientos de los demás. El evangelista Lucas refiere dos parábolas de Jesús, en las cuales se indican dos ejemplos de esta situación que puede crearse en el corazón del hombre. En la parábola del buen Samaritano, el sacerdote y el levita «dieron un rodeo», con indiferencia, delante del hombre al cual los salteadores habían despojado y dado una paliza (cf. Lc 10,30-32), y en la del rico epulón, ese hombre saturado de bienes no se percata de la condición del pobre Lázaro, que muere de hambre delante de su puerta (cf. Lc 16,19). En ambos casos se trata de lo contrario de «fijarse», de mirar con amor y compasión. ¿Qué es lo que impide esta mirada humana y amorosa hacia el hermano? Con frecuencia son la riqueza material y la saciedad, pero también el anteponer los propios intereses y las propias preocupaciones a todo lo demás. Nunca debemos ser incapaces de «tener misericordia» para con quien sufre; nuestras cosas y nuestros problemas nunca deben absorber nuestro corazón hasta el punto de hacernos sordos al grito del pobre. En cambio, precisamente la humildad de corazón y la experiencia personal del sufrimiento pueden ser la fuente de un despertar interior a la compasión y a la empatía: «El justo reconoce los derechos del pobre, el malvado es incapaz de conocerlos» (Pr 29,7). Se comprende así la bienaventuranza de «los que lloran» (Mt 5,4), es decir, de quienes son capaces de salir de sí mismos para conmoverse por el dolor de los demás. El encuentro con el otro y el hecho de abrir el corazón a su necesidad son ocasión de salvación y de bienaventuranza.

El «fijarse» en el hermano comprende además la solicitud por su bien espiritual. Y aquí deseo recordar un aspecto de la vida cristiana que a mi parecer ha caído en el olvido: la corrección fraterna con vistas a la salvación eterna. Hoy somos generalmente muy sensibles al aspecto del cuidado y la caridad en relación al bien físico y material de los demás, pero callamos casi por completo respecto a la responsabilidad espiritual para con los hermanos. No era así en la Iglesia de los primeros tiempos y en las comunidades verdaderamente maduras en la fe, en las que las personas no sólo se interesaban por la salud corporal del hermano, sino también por la de su alma, por su destino último. En la Sagrada Escritura leemos: «Reprende al sabio y te amará. Da consejos al sabio y se hará más sabio todavía; enseña al justo y crecerá su doctrina» (Pr 9,8ss). Cristo mismo nos manda reprender al hermano que está cometiendo un pecado (cf. Mt 18,15). El verbo usado para definir la corrección fraterna —elenchein—es el mismo que indica la misión profética, propia de los cristianos, que denuncian una generación que se entrega al mal (cf. Ef 5,11). La tradición de la Iglesia enumera entre las obras de misericordia espiritual la de «corregir al que se equivoca». Es importante recuperar esta dimensión de la caridad cristiana. Frente al mal no hay que callar. Pienso aquí en la actitud de aquellos cristianos que, por respeto humano o por simple comodidad, se adecúan a la mentalidad común, en lugar de poner en guardia a sus hermanos acerca de los modos de pensar y de actuar que contradicen la verdad y no siguen el camino del bien. Sin embargo, lo que anima la reprensión cristiana nunca es un espíritu de condena o recriminación; lo que la mueve es siempre el amor y la misericordia, y brota de la verdadera solicitud por el bien del hermano. El apóstol Pablo afirma: «Si alguno es sorprendido en alguna falta, vosotros, los espirituales, corregidle con espíritu de mansedumbre, y cuídate de ti mismo, pues también tú puedes ser tentado» (Ga 6,1). En nuestro mundo impregnado de individualismo, es necesario que se redescubra la importancia de la corrección fraterna, para caminar juntos hacia la santidad. Incluso «el justo cae siete veces» (Pr 24,16), dice la Escritura, y todos somos débiles y caemos (cf. 1 Jn 1,8). Por lo tanto, es un gran servicio ayudar y dejarse ayudar a leer con verdad dentro de uno mismo, para mejorar nuestra vida y caminar cada vez más rectamente por los caminos del Señor. Siempre es necesaria una mirada que ame y corrija, que conozca y reconozca, que discierna y perdone (cf. Lc 22,61), como ha hecho y hace Dios con cada uno de nosotros.

2. “Los unos en los otros”: el don de la reciprocidad.

Este ser «guardianes» de los demás contrasta con una mentalidad que, al reducir la vida sólo a la dimensión terrena, no la considera en perspectiva escatológica y acepta cualquier decisión moral en nombre de la libertad individual. Una sociedad como la actual puede llegar a ser sorda, tanto ante los sufrimientos físicos, como ante las exigencias espirituales y morales de la vida. En la comunidad cristiana no debe ser así. El apóstol Pablo invita a buscar lo que «fomente la paz y la mutua edificación» (Rm 14,19), tratando de «agradar a su prójimo para el bien, buscando su edificación» (ib. 15,2), sin buscar el propio beneficio «sino el de la mayoría, para que se salven» (1 Co 10,33). Esta corrección y exhortación mutua, con espíritu de humildad y de caridad, debe formar parte de la vida de la comunidad cristiana.

Los discípulos del Señor, unidos a Cristo mediante la Eucaristía, viven en una comunión que los vincula los unos a los otros como miembros de un solo cuerpo. Esto significa que el otro me pertenece, su vida, su salvación, tienen que ver con mi vida y mi salvación. Aquí tocamos un elemento muy profundo de la comunión: nuestra existencia está relacionada con la de los demás, tanto en el bien como en el mal; tanto el pecado como las obras de caridad tienen también una dimensión social. En la Iglesia, cuerpo místico de Cristo, se verifica esta reciprocidad: la comunidad no cesa de hacer penitencia y de invocar perdón por los pecados de sus hijos, pero al mismo tiempo se alegra, y continuamente se llena de júbilo por los testimonios de virtud y de caridad, que se multiplican. «Que todos los miembros se preocupen los unos de los otros» (1 Co 12,25), afirma san Pablo, porque formamos un solo cuerpo. La caridad para con los hermanos, una de cuyas expresiones es la limosna —una típica práctica cuaresmal junto con la oración y el ayuno—, radica en esta pertenencia común. Todo cristiano puede expresar en la preocupación concreta por los más pobres su participación del único cuerpo que es la Iglesia. La atención a los demás en la reciprocidad es también reconocer el bien que el Señor realiza en ellos y agradecer con ellos los prodigios de gracia que el Dios bueno y todopoderoso sigue realizando en sus hijos. Cuando un cristiano se percata de la acción del Espíritu Santo en el otro, no puede por menos que alegrarse y glorificar al Padre que está en los cielos (cf. Mt 5,16).

3. “Para estímulo de la caridad y las buenas obras”: caminar juntos en la santidad.

Esta expresión de la Carta a los Hebreos (10, 24) nos lleva a considerar la llamada universal a la santidad, el camino constante en la vida espiritual, a aspirar a los carismas superiores y a una caridad cada vez más alta y fecunda (cf. 1 Co 12,31-13,13). La atención recíproca tiene como finalidad animarse mutuamente a un amor efectivo cada vez mayor, «como la luz del alba, que va en aumento hasta llegar a pleno día» (Pr 4,18), en espera de vivir el día sin ocaso en Dios. El tiempo que se nos ha dado en nuestra vida es precioso para descubrir y realizar buenas obras en el amor de Dios. Así la Iglesia misma crece y se desarrolla para llegar a la madurez de la plenitud de Cristo (cf. Ef 4,13). En esta perspectiva dinámica de crecimiento se sitúa nuestra exhortación a animarnos recíprocamente para alcanzar la plenitud del amor y de las buenas obras.

Lamentablemente, siempre está presente la tentación de la tibieza, de sofocar el Espíritu, de negarse a «comerciar con los talentos» que se nos ha dado para nuestro bien y el de los demás (cf. Mt 25,25ss). Todos hemos recibido riquezas espirituales o materiales útiles para el cumplimiento del plan divino, para el bien de la Iglesia y la salvación personal (cf. Lc 12,21b; 1 Tm 6,18). Los maestros de espiritualidad recuerdan que, en la vida de fe, quien no avanza, retrocede. Queridos hermanos y hermanas, aceptemos la invitación, siempre actual, de aspirar a un «alto grado de la vida cristiana» (Juan Pablo II, Carta ap. Novo millennio ineunte [6 de enero de 2001], n. 31). Al reconocer y proclamar beatos y santos a algunos cristianos ejemplares, la sabiduría de la Iglesia tiene también por objeto suscitar el deseo de imitar sus virtudes. San Pablo exhorta: «Que cada cual estime a los otros más que a sí mismo» (Rm 12,10).

Ante un mundo que exige de los cristianos un testimonio renovado de amor y fidelidad al Señor, todos han de sentir la urgencia de ponerse a competir en la caridad, en el servicio y en las buenas obras (cf. Hb 6,10). Esta llamada es especialmente intensa en el tiempo santo de preparación a la Pascua. Con mis mejores deseos de una santa y fecunda Cuaresma, os encomiendo a la intercesión de la Santísima Virgen María y de corazón imparto a todos la Bendición Apostólica.
Vaticano, 3 de noviembre de 2011


BENEDICTUS PP. XVI
 

Fuentes:
Librería Editrice Vaticana Fuente: http://www.vidanueva.es/2012/02/07/mensaje-para-la-cuaresma-2012-estimular-la-caridad-y-las-buenas-obras/



domingo, 12 de febrero de 2012

“La pintura de la Virgen de Roca-Amador realizada por D. Tomás Moreno, de vuelta ya en la Ermita de los Santos Mártires

        Desde 1985, una bella pintura realizada y donada por nuestro querido D. Tomás Moreno, hermano y Mayordomo que fuera de esta Bendita Hermandad, colgaba en uno de los laterales de la nave central y única  de la ermita de Los Santos Mártires de nuestro pueblo. Con el deseo de conservar una vez más,  todo aquello que  es patrimonio de la propia Hermandad de Ntra. Sra. de Roca-Amador y de Encinasola, se ha cambiado la base de terciopelo azul  sobre la cual estaba la pintura enmarcada  con la imagen de nuestra Bendita Titular por damasco  en verde (color propio de la hermandad) a la vez que se ha sustituido el deteriorado remate dorado del mismo por  pasamanería en el mismo tono.

        La pintura, el marco de madera  y la placa plateada  con la inscripción   que dice "NUESTRA SEÑORA DE ROCA AMADOR .TOMAS MORENO. 1.985" no han sufrido cambio alguno, manteniendo con ello la esencia y el deseo de quien hace ya 27 años, lo donara para admiración de todos nosotros y que desde el día 10 de Febrero está ya nuevamente colocada en su lugar de siempre.

        Les dejamos varias imágenes para que puedan observar todo ello y esperamos que sean de su agrado.
                                                
                                                                     

                                             
                                                                                            Eva Mª Velasco
                                                                                   Secretaria de la Hermandad

                                                                            





"Antes de la restauración"



martes, 7 de febrero de 2012

“Roca-Amador en la Festividad de la Candelaria 2012 y Bendición de la entrada al recinto de los terrenos de la Hermandad




           Hermano/a ante la Virgen:

        Como sabe, el pasado  Domingo 5 de Febrero a las 12:15 horas celebramos Santa Misa en la ermita de Nuestra Madre de Roca-Amador para conmemorar la Festividad de la Candelaria en recuerdo al pasaje bíblico de la Presentación del Niño Jesús en el Templo de Jerusalén y la purificación de la Virgen María después del parto.

        Tras los gélidos e invernales días anteriores, nos encontramos con  una bonita y soleada mañana que nos brindó la posibilidad de disfrutar de un bello paseo hacia la ermita para encontrarnos ,una vez más, con la Virgen María en su advocación de Roca-Amador y su Bendito Hijo. Precioso marco para celebrar,  por tercer año consecutivo y recuperar la tradición perdida, la Festividad de la Candelaria.

        Gran afluencia de devotos y devotas, niños y niñas de diversas edades acompañados de sus madres, padres o catequistas, se reunieron en torno a la Mesa de Nuestro Señor para, un año más, rememorar que Cristo, la Luz del Mundo, sería presentado por su Madre en el Templo y vendría a iluminarnos a todos y todas como vela o candela (símbolo de este culto); de ahí que la Hermandad repartiese una con la imagen de la Titular de la Hermandad y el Niño Jesús junto con una oración a quienes asistieron. Antes del rezo de esta de forma comunitaria y con la dulzura de  las infantiles voces de todos los niños y niñas allí reunidas, se oyó   el Ave María a la Santísima Virgen. Seguidamente, una foto con todos ellos y ellas ante la Virgen para recordar el precioso y emotivo momento vivido y  a continuación, quien lo deseó, pudo subir al camarín de la Virgen y pasar por el mantolín que para la ocasión, portaba en su mano izquierda.

         Antes de la Eucaristía y sobre las 12 horas aproximadamente tal y como se había  anunciado con anterioridad, la Junta Directiva y el grupo de personas que se habían concentrado ante la nueva entrada al recinto y terrenos de Roca-Amador esperaban a que D. Pedro Kluk, Director Espiritual de la Hermandad, bendijese esta. Con unas emotivas palabras, el rocío del Agua Bendita por ella  y un Padrenuestro, se cumplió el rito de la Bendición.

          Agradecer el apoyo  y muestras de cariño hacia la Hermandad y destacar una vez más, el gran amor hacia la Virgen María en su advocación de Roca-Amador y su Santísimo Hijo.


                                       Un fuerte abrazo
                                                                                                     
                                                                                                 Eva Mª Velasco Márquez
                                                                                              Secretaria de la Hermandad



          A continuación, les ofrecemos imágenes de la Bendición de la nueva entrada al recinto de la Hermandad y la Santa Misa con motivo de la Festividad de la Candelaria. Debajo podrán ver un vídeo con imágenes de ambos acontecimientos y para finalizar un enlace directo para ver las fotografías. Esperamos sean de su agrado.

                                                                                         
"Bendición de la nueva entrada al recinto"



"Santa Misa. Festividad de la Candelaria"